Erase una vez una hermosa princesa la cual vivía en un enorme
castillo con sus padres y sus dos hermanos, estos estaban comenzando
a tener problemas de dinero lo cual estaba ocurriendo por culpa de su
hija.
Selene la hermosa princesa era la más pequeña, por lo que sus
padres le daban todo lo que les pedía y se le antojaba.
Ella era bastante caprichosa y mandona. Tenía para ella sola dos
criadas mientras que sus hermanos compartían una criada para ambos.
Ella era la que tenía todos privilegios en la casa, ya que estaba
bastante mimada. Además tenía una cama enorme en la que podían
dormir hasta cuatro personas, pero ella la tenía para ella sola,
tenía un enorme y precioso tocador, y además tenía un peine de oro
el cual le proporcionaba brillo a su rubio cabello. Pero a pesar de
ello ella quería aun tener más cosas y mejores, ya que era una
chica bastante mimada y no miraba por los demás.
Su criada personal estaba bastante cansada de los caprichos de
Selene, por lo tanto hacía todo lo posible por no soportarla.
Un día ambas estaban en la enorme y luminosa habitación de Selene,
la criada, estaba limpiándole a la princesa sus hermosos tacones de
brillantes preciosos mientras que esta estaba eligiéndose el vestido
perfecto para poder ir a la fiesta que celebraba el hermoso príncipe
Alfredo en su enorme castillo.
Selene, como de costumbre estaba mandando continuamente y ese día en
especial mucho más ya que estaba bastante nerviosa por la gran
fiesta.
Cuando esta se fue a meterse en la ducha se dio cuenta de que no
quedaba nada de su preciado jabón de gotas de oro el cual le ayudaba
a tener una piel tersa y firme.
Al esta darse cuenta de que no quedaba ni pizca de dicho jabón
comenzó a chillar como una loca
-¡Rosa! ¡Rosa! ¡Rosa! ¡Ven inmediatamente!-dijo la princesa
La criada acudió rápidamente con uno de los zapatos que estaba
limpiando en la mano, el cual le entraron ganas de tirarle a Selene a
la cabeza
-¿Qué te pasa? ¿Qué te pasa?-respondió la criada
-¡No queda nada de mi jabón de gotas de oro! ¡Ve inmediatamente a
comprarme uno!
-La criada se vio obligada a ir rápidamente al mercado
Al llegar la criada al mercado ve el precio del jabón de gotas de
oro y se da cuenta de que ese dinero no se lo pueden permitir ya que
es bastante caro y por lo tanto decide comprar un jabón de pino el
cual era muchísimo más barato y ella piensa que Selene ya tiene
bastantes privilegios.
Cuando llegó al castillo, inmediatamente le pegó la pegatina del
jabón de gotas de oro a este otro para que de ese modo la princesa
no se quejara.
Poco después, la princesa hizo que la criada la peinara, mientras
que la estaba peinando empezaron a aparecer en su piel sarpullidos,
de tal forma que se lleno toda entera de enormes ronchas las cuales
no le permitían apenas moverse, ella empezó a llorar como una niña
pequeña, ya que quería acudir a la fiesta y empezó a acusar
continuamente a la criada de estos sarpullidos.
La criada, como ya estaba bastante harta de ella le dijo que eso le
había ocurrido ya que ella se había acostumbrado a lavarse con un
solo tipo de jabón y que ahora tras tantos años sin usar ningún
otro se había vuelto alérgica a todo jabón que no sea el de gotas
de oro y ahora ese jabón de gotas de oro no lo iban a poder comprar
más ya que ella se estaba gastando todo el dinero. Esto sirvió como
lección para la princesa y a partir de entonces dejó de ser tan
caprichosa.
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