Érase una vez un gatito llamado Franki que tenía como
dueño a un oso, este oso adoraba a su gatito que se dedicaba tan
sólo a dormir y a cotillear todo lo que ocurría en la casa y lo que
hacía su dueño, además de este gato había que destacar que era
bastante “miedica”. Franki cada vez que su dueño se levantaba
del sofá lo perseguía para poder observar todo lo que hacía y si
éste se iba de la casa iba cotilleando todo lo que había allí.
Un día, Franki se quedó sólo en casa porque el oso
tuvo que ir a cortar árboles. Mientras que el gatito estaba en su
casa escuchó un estruendo, éste inmediatamente, sin pensárselo dos
veces decidió ir a ver que era este ruido. Al llegar a la puerta se
dio cuenta de que era un leñador, Franki intentó rápidamente ir a
esconderse, pero, era demasiado tarde, este leñador ya lo había
visto y lo que quería era llevárselo, ya que lo que pretendía era
raptarlo para hacer que su dueño se pusiera triste y así no pudiera
trabajar cortando árboles y le quitara trabajo. Una vez raptado tuvo
que hacer todo lo posible para poder escapar de éste, y a partir de
este momento el gato comenzó a dejar de ser tan cotilla y
entremetido en los asuntos que no tienen nada que ver con él.
-MORALEJA: Nada te pasará si dejas de cotillear
No hay comentarios:
Publicar un comentario