Hace mucho mucho tiempo, en unas cuevas pertenecientes a
la actual Alemania vivían una serie de elfos que destacaban
principalmente por su agudo olfato. En esta especie de gran familia
vivían desde elfos recién nacidos a los que se les estaban
empezando a poner sus orejitas puntiagudas hasta elfos ancianos a los
que ya sus orejas se les estaban empezando a caer. Entre todos estos
elfos destacaba una elfa, Anémona, era una elfa diferente, era
morena, con el pelo oscuro y unos ojos azules que resaltaban aún más
sus facciones, además tenía un carácter bastante fuerte y sus
ideas bastante claras.
Éstos elfos, gracias a su avanzado olfato todos se
dedicaban a crear nuevas fragancias que ayudaran a hacer que ésta
gran familia destacara por su buen olor. Todos creaban fragancias
diferentes, con olor a hierbas aromáticas, o con olor a jazmín, o a
margaritas. Pero a Anémona se le ocurrió hacer algo diferente,
mezcló fresas con guindas, echó unas cuantas gotas de limón y un
poco de vainilla, ella pensó que iba a ser un olor como otro
cualquiera, pero tras acabar de elaborar dicha fragancia decidió
olerla y descubrió que este olor no era un olor normal, la fragancia
tenía algo que la hacía distinta, pero ella pensó que tal vez a
ella le parecía que olía muy bien ya que lo había hecho ella y se
juzgaba siendo menos exigente, por lo tanto decidió poner un poco de
esta fragancia en su cuello y en sus manos. Al salir de la cueva
comenzaron a dirigirse hacia ella muchísimas personas y a hacerle
preguntas acerca de su olor.
-¿Por qué hueles tan bien? ¿Es un tipo de fragancia
nueva?-dijo un elfo que pasaba por allí
-¿Y este olor? ¿Cómo lo has conseguido?-dijo otro
Anémona comenzó a agobiarse bastante y en menos de
diez minutos tenía a más de veinte elfos de su familia y ajenos a
ésta que estaban oliéndola y haciéndole preguntas sobre su
fragancia. A ella le llamó bastante la atención que tan sólo la
estuvieran oliendo chicos, lo cual la hizo extrañarse, pensó que
tal vez además de por su olor éstos estaban detrás de ella porque
era muy guapa. Tras esto, ella intentó salir como pudo del centro
del circulo en el que se encontraba y se dirigió rápidamente hacia
su cueva. Al llegar a esta su padre directamente fue hacia ella y
comenzó a olerla siendo similar a un perro.
-¿Qué fragancia llevas?-preguntó el padre
-Una nueva que he elaborado cuando el Sol estaba
saliendo-respondió la hija
-Cressida, ¿no notas que el olor de tu hija es
fabuloso?-preguntó el padre a la madre de Anémona
-Pues la verdad es que no, sinceramente no consigo oler
nada.
Esto hizo que Anémona siguiera pensando que esta
situación era bastante chocante, ya que cuando salía a la calle tan
sólo la olían los elfos y al llegar a la cueva más de lo mismo, y
es que para su madre incluso no olía a nada. Lo que a ésta más le
extrañaba era que ninguna mujer pudiera olerlo y ella fuera la única
además de los hombres.
Al día siguiente Anémona decidió volver a echarse
dicha fragancia, al salir de la cueva tenía tras ella a más de
cuarenta elfos oliéndola y muchos comenzaban a decir que estaban
enamorados de ella. Anémona seguía pensando que esta situación no
era normal y que además, éstos elfos se estaban enamorando de ella
tan solo por su olor, por tanto ella decidió dirigirse a ver a una
bruja, la bruja Elektra, a la cual le comentó su problema con esta
nueva fragancia, ella le dijo que había conseguido hacer un conjuro
con los diferentes materiales que había mezclado y haciendo esta
mezcla justo cuando el Sol estaba comenzando a salir, basándose
este conjuro en que todos los hombres se enamoren de aquella mujer la
cual se eche la fragancia y que sean sólo ellos las personas capaces
de olerla además de la creadora. Tras saber esto Anémona decidió
no volverse a poner su perfume ya que ella quería que los hombres se
enamoraran por su belleza exterior e interior y no por su fragancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario