En
una enorme mansión a las afueras de Madrid vivía un gran empresario
con su mujer que se dedicaba al mundo de la moda y la belleza, ambos
tenían un perro, concretamente un beagle precioso con sus orejas muy
caiditas, éste perro era muy juguetón y por ello lo tenían suelto
en el césped de dicha mansión, éste se pasaba horas y horas
correteando por el césped y destrozando todo lo que se encontraba a
su paso, además, era la alegría de la casa.
La
pareja tenía contratado a un jardinero para que tuviera el césped
siempre en perfecto estado ya que el perro provocaba grandes
destrozos. El pobre jardinero siempre estaba chillándole a Pipo, ya
que cada vez que arreglaba las plantas del macetero éste se tiraba
encima, si tapaba los boquetes que Pipo había hecho éste estaba por
otro lado haciendo boquetes nuevos y así continuamente. Fernando, el
jardinero, siempre le estaba riñendo y Pipo ponía carita de pena y
así era perdonado.
Un
día el jardinero se enfadó bastante ya que ese día había una gran
comida allí en el césped y éste no conseguía dejarlo perfecto,
por tanto, decidió abrir la puerta del césped para que el perrito
fuera a darse una vuelta pero por mala suerte éste no volvió lo que
provocó una gran tristeza en sus dueños y el pobre jardinero fue
despedido.
MORALEJA:
Para todo aquello que queramos hacer necesitamos una paciencia
increíble al parecer.
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