viernes, 13 de diciembre de 2013

El parque de los más pequeños

María, Sara y Javi eran tres hermanos bastante juguetones como la mayoría de los niños pequeños, éstos tenían seis años y eran trillizos. Vivían apartados de la civilización en un gran campo en el que convivían y pasaban la mayoría del tiempo rodeados de vacas, a las que ordeñaban, de conejos, a los que alimentaban, de gallinas a las que les recogían los huevos o incluso ayudaban a sus padres a esquilar las ovejas.

Éstos pequeños tan solo habían ido en todas sus cortas vida una vez a la playa y nunca habían ido a un parque, cerca de ellos vivía una chica llamada Marta que tenía la misma edad que ellos y además era bastante repipi, presumida y con mucho dinero. Los tres todos los días tenían que ir a comprar a una tienda que estaba cerca de la casa de Marta y ella siempre estaba mirando por la ventana de su habitación, los pequeños siempre que la veían se paraban a charlar con ella y a ella lo único que se le ocurría decirles era “que mal olor tenéis siempre”. Un día, los trillizos pasaron y Marta no se encontraba en la ventana como de costumbre y éstos se extrañaron bastante. Al día siguiente la chica presumida volvía a estar en la ventana entonces le preguntaron:

-¿Dónde estuviste ayer? – Preguntó María

-Estuve en un lugar genial al que vosotros con vuestro olor a campo no podríais ir – dijo Marta con tono déspota

-¡Venga ya! Déjate de bromas y dinos dónde estuviste – preguntó esta vez Javi

-Bueno vale... Pues estuve en un parque llamado “El parque de los más pequeños” en el que había muchísimas atracciones, toboganes, tirolinas, colchonetas, camas elásticas .etc. y me lo pasé genial, fue un sitio increíble. Estuve todo el día jugando sin parar y sin aburrirme ni un segundo.

-¡Hala! – pronunciaron los tres hermanos al mismo tiempo quedándose boquiabiertas.

-Que guay, la verdad que me encantaría ir...– dijo Sara.

-Pues díselo a vuestros padres y a ver si os llevan – respondió Marta.

Los pequeños entraron por la puerta de su campo corriendo y gritando:

-¡Mamá! ¡Mamá! Marta ha ido a un parque que se llama “El parque de los más pequeños que dice que es fabuloso – gritó María

-Mami, queremos ir por favor... – Dijeron los tres al mismo tiempo

-Es imposible pequeños... Yo ya me informé hace tiempo sobre ese parque pero es bastante caro y nos coge lejos por lo que tendríamos que gastar mucho dinero en ir hasta allí. – Respondió con tristeza la madre

María, Sara y Javier se conformaron y al otro día se lo dijeron a su amiga Marta y ésta les ofreció que fueran el fin de semana siguiente con ella a dicho parque ya que iba a volver a repetir la experiencia, éstos evidentemente respondieron que sí pero con la condición de que el domingo ella tendría que ir con ellos al campo a cuidar a los animales para que así se diera cuenta de que no era una porquería como ella decía.

Los pequeños pasaron un sábado increíble cargado de momentos geniales y montándose en todo lo que les apetecía, para ellos este parque era alucinante pero a pesar de ello echaban de menos su campo con sus animales y sus insectos.
A la mañana siguiente apareció en el campo Marta, vestida con unas sandalias preciosas, una minifalda rosa y una camiseta de lentejuelas rosa también.

-¿Dónde vas así vestida? – preguntó María

-A ayudaros a ordeñar las vacas y a cuidar a todos esos animales ¿no? – respondió muy convencida Marta

-¿Así vestida? Anda ven aquí que te voy a dar una ropa con la que puedas realizar bien tu trabajo – dijo Sara

Los cuatro se llevaron todo el día jugando con los animales, corriendo, saltando por encima de los charcos de barro de los cerdos, ayudando a ordeñar las vacas .etc. Marta se lo pasó genial y ahora entendía por qué estos pequeños se lo pasaban tan bien en el campo a pesar de oler muy mal y para ella sin duda fue uno de los mejores días de su vida e indiscutiblemente quería volver a repetir todas las veces que fuera posible dicha experiencia.

 

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