María, Sara y Javi eran tres hermanos bastante
juguetones como la mayoría de los niños pequeños, éstos tenían
seis años y eran trillizos. Vivían apartados de la civilización en
un gran campo en el que convivían y pasaban la mayoría del tiempo
rodeados de vacas, a las que ordeñaban, de conejos, a los que
alimentaban, de gallinas a las que les recogían los huevos o incluso
ayudaban a sus padres a esquilar las ovejas.
Éstos pequeños tan solo habían ido en todas sus
cortas vida una vez a la playa y nunca habían ido a un parque, cerca
de ellos vivía una chica llamada Marta que tenía la misma edad que
ellos y además era bastante repipi, presumida y con mucho dinero.
Los tres todos los días tenían que ir a comprar a una tienda que
estaba cerca de la casa de Marta y ella siempre estaba mirando por la
ventana de su habitación, los pequeños siempre que la veían se
paraban a charlar con ella y a ella lo único que se le ocurría
decirles era “que mal olor tenéis siempre”. Un día, los
trillizos pasaron y Marta no se encontraba en la ventana como de
costumbre y éstos se extrañaron bastante. Al día siguiente la
chica presumida volvía a estar en la ventana entonces le
preguntaron:
-¿Dónde estuviste ayer? – Preguntó María
-Estuve en un lugar genial al que vosotros con vuestro
olor a campo no podríais ir – dijo Marta con tono déspota
-¡Venga ya! Déjate de bromas y dinos dónde estuviste
– preguntó esta vez Javi
-Bueno vale... Pues estuve en un parque llamado “El
parque de los más pequeños” en el que había muchísimas
atracciones, toboganes, tirolinas, colchonetas, camas elásticas
.etc. y me lo pasé genial, fue un sitio increíble. Estuve todo el
día jugando sin parar y sin aburrirme ni un segundo.
-¡Hala! – pronunciaron los tres hermanos al mismo
tiempo quedándose boquiabiertas.
-Que guay, la verdad que me encantaría ir...– dijo
Sara.
-Pues díselo a vuestros padres y a ver si os llevan –
respondió Marta.
Los pequeños entraron por la puerta de su campo
corriendo y gritando:
-¡Mamá! ¡Mamá! Marta ha ido a un parque que se llama
“El parque de los más pequeños que dice que es fabuloso – gritó
María
-Mami, queremos ir por favor... – Dijeron los tres al
mismo tiempo
-Es imposible pequeños... Yo ya me informé hace tiempo
sobre ese parque pero es bastante caro y nos coge lejos por lo que
tendríamos que gastar mucho dinero en ir hasta allí. – Respondió
con tristeza la madre
María, Sara y Javier se conformaron y al otro día se
lo dijeron a su amiga Marta y ésta les ofreció que fueran el fin de
semana siguiente con ella a dicho parque ya que iba a volver a
repetir la experiencia, éstos evidentemente respondieron que sí
pero con la condición de que el domingo ella tendría que ir con
ellos al campo a cuidar a los animales para que así se diera cuenta
de que no era una porquería como ella decía.
Los pequeños pasaron un sábado increíble cargado de
momentos geniales y montándose en todo lo que les apetecía, para
ellos este parque era alucinante pero a pesar de ello echaban de
menos su campo con sus animales y sus insectos.
A la mañana siguiente apareció en el campo Marta,
vestida con unas sandalias preciosas, una minifalda rosa y una
camiseta de lentejuelas rosa también.
-¿Dónde vas así vestida? – preguntó María
-A ayudaros a ordeñar las vacas y a cuidar a todos esos
animales ¿no? – respondió muy convencida Marta
-¿Así vestida? Anda ven aquí que te voy a dar una
ropa con la que puedas realizar bien tu trabajo – dijo Sara
Los cuatro se llevaron todo el día jugando con los
animales, corriendo, saltando por encima de los charcos de barro de
los cerdos, ayudando a ordeñar las vacas .etc. Marta se lo pasó
genial y ahora entendía por qué estos pequeños se lo pasaban tan
bien en el campo a pesar de oler muy mal y para ella sin duda fue uno
de los mejores días de su vida e indiscutiblemente quería volver a
repetir todas las veces que fuera posible dicha experiencia.
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