Levantarte cada día sabiendo a que quieres dedicarte y
cual es realmente tu vocación es algo realmente perfecto pero hay
momentos en tu vida que hacen que cada vez veas estos mucho más
lejos y casi imposibles.
Desde muy pequeña he tenido completamente claro que mi
gran sueño es dedicarme a la natación, a pasar horas y horas en el
agua nadando, sintiendo el agua e incluso sentir como se arrugan mis
dedos y se convierten en algo similar a pasas de llevar tanto tiempo
en el agua metida.
Cuando tenía tres años comencé a nadar en las
piscinas de mi ciudad con una monitora pero al ser tan pequeña mi
madre tenía que estar conmigo en la piscina. Puedo incluso recordar
perfectamente como le decía a mi madre:
-¡Mamá, mamá dejame a mi solita que yo ya se! –
decía yo muy enfadada
Cuando me hice un poco más mayor pude comenzar a nadar
en la piscina que yo llamaba “la de los mayores”, poco a poco me
comencé a dar cuenta de que era realmente algo que me gustaba y que
realmente era lo que me hacía disfrutar de todos esos martes y
jueves.
A medida que fui creciendo mis ganas por conseguir
tardar menos tiempo en hacer el mayor número de largos posible,
conseguir hacerlo cada vez mejor y cansándome menos, pero sobre todo
mis ganas por disfrutar de aquello que hacía iban aumentando.
Al cumplir siete años, uno de los días que estaba con
mi amiga Laura haciendo el calentamiento nos dimos cuenta de que
había un hombre mirando las piscinas y fijándose muy
meticulosamente en cada una de las personas que estaba en ella. Me
metí en la piscina y dijo mi monitora Carla:
-Elena, esfuérzate como nunca, ponte un reto e intenta
hacerlo hoy mejor que ningún otro día.
Yo evidentemente comencé a nadar e intenté hacerlo lo
mejor posible tal y como me dijo Carla. Al salir de la piscina el
hombre de la carpeta me llamó y acudí hacia donde éste se
encontraba.
-Hola, tu debes de ser Elena ¿verdad?-preguntó el
hombre
-Sí, soy yo-respondí con firmeza
-Bien, te preguntarás quién soy yo, y para que me
entiendas, soy el encargado de elegir a todos aquellos niños que
creo que pueden tener un gran futuro en el mundo de la natación, por
tanto, vengo buscando grandes talentos para mi equipo.-dijo el
ojeador
-Acepto, acepto-respondí maravillada
-Pues claro que sí, creo que puedes llegar a tener un
gran futuro como tal y además se ve en tus ojos que es lo que
realmente te gusta-dijo de nuevo el ojeador
Al cabo del mes comencé a entrenar en dicho equipo con
más niños de mi edad, comencé a saber lo que realmente era el
mundo de la natación, lo que realmente era estar cansada e incluso
lo que era tener que sacar el tiempo de debajo de las piedras para
poder llevar a cabo mis estudios y dicho deporte. Sinceramente, era
difícil poder compaginar mis estudios con nadar, pero mi madre me
tenía dicho desde muy pequeña que aunque mi sueño fuera nadar
debía de tener una carrera ya que una no sabe lo que le puede llegar
a ocurrir en la vida y hoy mismo puedo estar bien pero mañana puede
pasarme algo y desgraciadamente no poder competir más. Por ello
decidí estudiar fisioterapeuta para de esa forma aunque algún día
tenga que dejar la alta competición por el motivo que sea, poder
seguir dedicándome a este mundo aunque sea desde una perspectiva
completamente diferente.
A día de hoy, soy nadadora profesional, me dedico a
ello y espero poder seguir haciéndolo durante muchísimo más
tiempo. Creo que esto es una muestra de que con esfuerzo, sacrificio
y constancia se puede conseguir todo lo que desees. Además de ello
hay que ser capaz de demostrar que puedes más que el tiempo y
conseguir aprovecharlo al máximo posible para que este no se te
quede corto.
Mi lema es “querer es poder, y si realmente quieres
algo hay que tener claro que quien algo quiere, algo le cuesta”
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