Amaanat era un niño de cinco años, éste pequeño vive
en Nigeria junto a su padre Tabari, su madre Wordah y sus seis
hermanos, dos niños más pequeños que él y un niño y una niña
mayores que él. Su madre se dedicaba a cuidar de los pequeños y a
hacer grandes caminatas para poder conseguir algo de agua potable
para su familia. El padre, sin embargo, se dedicaba a cuidar una
serie de animales pero que no pertenecían a él.
Wordah, la madre, contaba a sus hijos la vida que
llevaba cuando consiguió vivir en España durante dos años. Los
pequeños se quedaban alucinados y su sueño era poder llegar algún
día a Europa, que sin duda es mucho mejor que África. Por suerte
para los pequeños existen una serie de programas de acogida de niños
que sean de África, pero no todos los niños que viven en África
pueden disfrutar de este programa.
Amaanat, por suerte, fue elegido para ir a España con
una familia durante los meses de julio y agosto. El pequeño tuvo que
subir a un avión, según él un gran pájaro con alas. Al subir al
avión con el resto de niños que tenían asignados el mismo destino
iban todos alucinando y con unas ganas increíbles de llegar para
poder conocer a sus familias de los meses de verano.
Al pequeño Amaanat le tocó vivir con una familia
sevillana la cual era genial, dicha familia estaba compuesta por dos
pequeños, Laura y Adrián, de cinco y siete años respectivamente, y
los padres de ambos, Miguel y Rocío. Los padres de estos dos
hermanos no tenían un trabajo como el de los padres de Amaanat, los
padres de ellos dos, sin embargo, trabajaban de empresario el padre y
la madre como enfermera. Toda la familia se volcó completamente en
el pequeño y se basaron en dar una buena vida al chico de color al
menos durante estos dos meses.
Dicha familia quería dar a Amaanat todo lo que éste no
podía recibir en su subdesarrollado país. Por ello, cuando el
pequeño llevaba ya unos días en la casa, decidieron preguntarle a
qué lugares quería ir, éste comenzó a pensar los lugares a los
que deseaba ir, entre todos los que dijo destacó que quisiera ir a
un centro comercial, que deseara conducir un coche, también ir al
cine o ir a la playa entre otras.
El día en el que decidieron ir al centro comercial el
pequeño estaba alucinando, para él era completamente increíble
poder ver cómo las personas entraban en las tiendas y compraban todo
lo que querían, o cómo con una simple moneda de dos euros la gente
podía conseguir un helado o un paquete lleno de pulseritas de las
que a él tanto le gustaban. Al día siguiente decidieron ir al
circuito de coches de Jerez, primero fueron a comer a un
hamburguesería conocida y éste quedaba sorprendido al ver toda la
comida que había en la mesa llegando incluso a tener malos modales
ya que sentía una gran ansiedad por comerse todo lo que había en la
mesa, llegaba a chuparse los dedos e incluso manuseaba y cogía toda
la comida temiendo que alguien se la quitara y se la comiera antes de
que él fuera a comérsela. Tras esto, decidieron ir a los circuitos
donde Amaanat disfrutó como nunca antes lo había hecho. Pero, sin
duda, lo más alucinante que hicieron fue ir a la playa, el pequeño
quedó asombrado por la grandeza de la playa, se sentó en la orilla
y comenzó a jugar con la arena al mismo tiempo que el agua del mar
daba en sus pies. Tras esto jugó al fútbol con Adrián, se bañó
con Laura e incluso hicieron hermosas esculturas. Amaanat quedó
alucinado con la grandeza del mar y al montar en el coche dijo:
-Se me ha ocurrido una gran idea -dijo convencido el
pequeño
-¿Qué idea? - Preguntó Rocío
-He pensado que como ustedes tenéis aquí tantísima
agua pues yo me voy a intentar llevar algo de ésta para mi país, ya
que en mi casa nunca hay agua y mi pobre madre tiene que acudir a un
pozo muy lejano para que podamos beber agua. - Dijo Amaanat con una
sonrisa de oreja o oreja
Rocío y Miguel explicaron a Amaanat que ese agua no
era potable, el pequeño echó a llorar, ya que el pensaba que había
solucionado la vida de su familia, de esta forma su madre habría
evitado ir al lejano pozo durante al menos unos días.
Amaanat pasó el mejor verano de su vida, conoció
España, principalmente Andalucía, fue a la playa, a unas clases de
español, aprendió a conducir unos Karts, hizo nuevos amigos .etc.
Pero, al finalizar el verano el pequeño tenía que
volver al mundo real, es decir, a su pobre país. Esto no motivaba
nada al pequeño y menos si sabía que probablemente esta sería la
primera y última vez que el iba a España.
Finalmente, el pequeño regresó a Nigeria con una
sonrisa de oreja a oreja y cargado de energía para ayudar en todo lo
posible a su pobre familia, y como no, con unas ganas impresionantes
de regresar a España alguna vez más en su vida. Para Amaanat esto
había sido una experiencia increíble y además una experiencia en
la que no existe nada malo, y si hay algo malo es que el pobre
Amaanat había pasado una época cargada de altibajos, ya que el era
extremadamente pobre, fue a una familia con bastante dinero y ahora
vuelve a vivir con su familia y lo complicado para él ahora es
adaptarse a una vida cargada de responsabilidades, enormes esfuerzos
físicos, mala comida .etc después de haber vivido unos meses de
absoluto descanso y diversión.
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